En teoría, los estudiantes del Distrito Escolar de Boise podrían regresar a clases presenciales en septiembre. Pero los dos hijos de Elizabeth Barrios no estarán allí.
Sus hijos, que asisten a Whitney Elementary y South Junior High, quieren desesperadamente regresar. Pero Barrios y su esposo decidieron que estarán inscritos en línea enero hasta al menos.
“No es lo mismo, pero preferiría hacer eso en lugar de volver a la escuela (presencial)”, dijo Barrios. “Son niños. Y los niños no van a tener cuidado “.
Los padres están preocupados por enviar a los niños a la escuela bajo la inminente amenaza del coronavirus. Los padres latinos están más preocupados que la mayoría, según encuestas realizadas recientemente en Idaho y en todo el país.
Las encuestas muestran que hay menos probabilidades de que los padres latinos envíen a sus hijos de regreso a la escuela durante el semestre de otoño que los padres blancos. Algunos, como Barrios, se inclinan hacia alternativas de aprendizaje a distancia. Pero con las disparidades en el acceso al aprendizaje de alta calidad en línea, a los expertos en educación y a los padres les preocupa que aprender desde casa pueda socavar el éxito académico de los estudiantes latinos.
“Los estudiantes ya estaban enfrentando todas estas desigualdades educativas antes de la pandemia”, señaló Tania Valencia, analista de políticas educativas K-12 de UnidosUS, una organización latina sin fines de lucro. “Ahora debemos entender que esto los va a impactar de una forma que quizás nunca habíamos visto antes”.
Los padres latinos tienen una “amplia gama de preocupaciones” sobre el regreso a la escuela.
Una encuesta del Idaho Education News de este verano encontró que el 67% de los padres hispanos dijeron que enviarían a sus hijos de regreso a la escuela este otoño, en comparación con el 84% de padres blancos. La encuesta se hizo en inglés y no tuvo en cuenta a los aproximadamente 48.000 hispanoparlantes del estado que le dijeron a la Oficina del Censo que hablan inglés “menos bien”. Los reporteros compartieron una encuesta informal en español en Facebook que preguntaba a los padres si enviarían a los estudiantes de regreso a la escuela. De 52 respuestas, 50 fueron “no”.
Las encuestas nacionales confirman esta tendencia. Una encuesta bilingüe de Latino Decisions encontró que el 53% de los padres latinos consideraban dejar a sus hijos en casa y no enviarlos a la escuela este otoño.
A los padres les preocupa que sus hijos contraigan el virus que ha afectado a las comunidades de color. Les inquieta poder pagar los costos del cuidado infantil o de la atención médica, y no están seguros de si las escuelas pueden proteger a sus estudiantes.
El coronavirus ha tenido un impacto desproporcionado sobre las familias latinas en Idaho. Actualmente, alrededor de la tercera parte de todos los casos de coronavirus con origen étnico conocido se encuentran en la comunidad latina de Idaho, una proporción enorme para un grupo que representa aproximadamente el 13% de la población del estado. En regiones muy latinas como el condado de Canyon o Magic Valley, la disparidad es peor.
Margie González, directora de la Comisión de Asuntos Hispanos de Idaho, dijo que la organización escucha una “amplia gama” de inquietudes de los padres.
Muchos padres, especialmente los hispanoparlantes que llaman a sus oficinas para pedir ayuda, no parecen tener mucha confianza en las escuelas públicas de Idaho en este momento, dijo González.
“Las escuelas mismas no han hecho una buena labor al comunicarse con los padres sobre cuáles son sus planes”, dijo González. “Es un problema de todo el estado”.
Pero los padres que quieren aprovechar el aprendizaje remoto no siempre tienen esa oportunidad. La encuesta de EdNews encontró que el 20% de los padres hispanos dijeron que se les dificultaba encontrar cuidado infantil, en comparación con solo el 8% de los padres blancos.
Barrios, quien dirige Botánica San Mateo en Boise Bench, puede mantener a sus hijos en casa. Algunos de los padres que conoce, trabajan; no tienen su flexibilidad y no pueden pagar el cuidado infantil. Cuando cinco centros de Head Start para migrantes y trabajadores estacionales cerraron brevemente en todo el estado en julio debido a COVID-19, el personal se intranquilizó por lo que harían las familias de trabajadores agrícolas a quienes atendían.
“Respeto la decisión de otros padres”, dijo Barrios. “Pero para mí, prefiero que mis hijos se queden en casa”.
Irela Santiago, residente de Fruitland, escapó de un brote inicial de COVID-19 en su trabajo en la fábrica de Fry Foods en Ontario, Oregon. En mayo, más de dos docenas de empleados en dos plantas de procesamiento de alimentos en la frontera estatal de Idaho-Oregon dieron resultados positivos por el coronavirus.
El distrito escolar de Fruitland, al que asisten dos de sus hijos, aún no ha finalizado los planes para el año escolar, pero Santiago no está segura de lo que hará si sus clases se conectan en línea. No sabe mucho sobre computadoras, dijo, y es posible que no pueda ayudarlos si lo necesitan.
Pero a Santiago le preocupa que sus hijos puedan contraer el virus en la escuela. Aunque les dice a sus hijos que usen máscaras, que se queden en casa cuando puedan y que sigan otras pautas de COVID-19, sabe que los demás no siempre cumplen con esas reglas, especialmente los niños más pequeños.
Sencillamente no hay mucho que ella pueda hacer.
“Necesito ir a trabajar para mantener a mis hijos”, dijo Santiago.
Los padres ponen en la balanza las inquietudes del virus y el temor a la pérdida del aprendizaje
Jessica Mandujano no puede saber si las habilidades de su hijo se están desvaneciendo. Tampoco puede arriesgarse a enviarlo de regreso a la escuela.
Su hijo, Joaquín, de 5 años, es uno de menos de 500 niños en todo el mundo con un trastorno cromosómico llamado síndrome de Emanuel, dice Mandujano. Está inscrito en un programa preescolar de desarrollo en el distrito escolar de West Ada, donde ha estado trabajando en el desarrollo de habilidades sociales con otros niños.
“Hice una broma en Twitter sobre cómo él se distancia naturalmente de las relaciones sociales. Pero eso realmente es un problema “, dijo Mandujano. “De hecho, tenemos que intentar que juegue con otros niños”.
Joaquín estaba progresando. Comenzó a jugar en la misma área que otros niños y su siguiente objetivo era jugar al lado de otros y luego compartir juguetes.
Con la amenaza de COVID-19, eso es un riesgo demasiado grande. Mandujano no sabe cómo su sistema inmunológico, ya debilitado, podría reaccionar al virus, por lo que decidió dejarlo en casa en el otoño. Ella lo inscribió en la Escuela Virtual de West Ada esta semana.
“Ojalá supiéramos cuál sería un buen momento, cuándo podríamos enviarlo de regreso, qué vamos a hacer. Pero es tan difícil. Solo podemos pensar en que no podemos exponerlo”, dijo Mandujano.
“… La intervención temprana es muy importante y nos la estamos perdiendo”.
La gran mayoría de padres latinos ha expresado su preocupación de que sus hijos pierdan terreno académicamente. El ochenta y tres por ciento de los padres de la encuesta Latino Decisions de la primavera pasada dijeron que les preocupaba que sus estudiantes pasaran demasiado tiempo fuera de la escuela, o no aprendieran lo suficiente en la escuela en línea, y que se habían quedado atrás.
Las dos terceras partes de los padres dijeron que tenían dificultades para ayudar a sus hijos porque no estaban familiarizados con las asignaturas o con las tareas de la clase.
“Los padres están realmente preocupados por no saber cómo ayudar a sus hijos, pero tienen miedo de enviarlos ahora mismo a la escuela”, dijo Lorena Palacios, para-profesional en el Distrito escolar American Falls. “No quieren que se enfermen”.
Palacios comparte esas preocupaciones. Como para-profesional, tendrá que volver a la escuela si el distrito de American Falls reabre a los estudiantes. Como ella tiene que trabajar, sus cuatro hijos se irán de regreso a clases.
A veces, Palacios desea poder quedarse en casa y mantenerse a salvo de la amenaza del virus.
Pero recuerda la lucha de ayudar a sus hijos a aprender desde la casa mientras ella trabajaba durante esta primavera y quiere que tengan acceso a sus maestros. El inglés de Palacios no siempre es lo suficiente bueno para ayudar a su hijo de sexto grado con su trabajo, dijo, y le preocupa que si malinterpreta una palabra podría cambiar el significado de toda la tarea.
“Sé que no puedo brindarles la educación ni la ayuda que los maestros pueden darles”, dijo Palacios.
Los estudiantes latinos tienen menos probabilidades de estar equipados para el aprendizaje a distancia
Cuando el gobernador de Idaho, Brad Little, dijo que esperaba que las escuelas de Idaho reabrieran por completo en el otoño, algunos padres latinos de habla hispana respondieron en Facebook diciendo que preferían que sus hijos perdieran un año escolar que arriesgarse al coronavirus.
Pero los estudiantes latinos de Idaho ya se encontraban en una situación de desigualdad en educación. Los expertos dicen que, sin intervención, la pandemia podría empeorar la situación.
Aunque es fundamental para el futuro del estado, Idaho no ha logrado ayudar a los estudiantes latinos a tener éxito a las mismas tasas que los estudiantes blancos durante décadas. Antes de la pandemia, los resultados de los estudiantes latinos mejoraban poco a poco, en uno o dos puntos porcentuales al año, aunque se mantenían las brechas entre los grupos demográficos.
Ahora, como muchos padres latinos dicen que son más preocupados a la hora de enviar a sus hijos a la escuela, los datos muestran que están en desventaja cuando se trata de ayudar a los estudiantes a aprender desde casa.
Es mucho menos probable que los estudiantes de color tengan acceso a los dispositivos necesarios para aprender en casa. Incluso si lo hacen, dijo Valencia, los padres a menudo carecen de los apoyos tecnológicos y lingüísticos para ayudar a sus alumnos con el trabajo escolar.
Un análisis de Alliance for Excellent Education encontró que casi el 40% de los hogares latinos en Idaho no tenía acceso a Internet de alta velocidad en 2018. Ese es un porcentaje más alto que el de cualquier otro grupo demográfico.
La firma consultora estadounidense McKinsey & Company estima que los estudiantes negros, latinos y de bajos ingresos podrían perder más meses de aprendizaje que sus compañeros blancos si los estudiantes no regresan a la instrucción presencial hasta enero.
“Es fundamental que los estados y los distritos piensen realmente en estos estudiantes”, dijo Valencia. “Las familias y los legisladores estaban preocupados antes por la calidad de su educación… Hacia el futuro, es esencial que obtengan el apoyo que siempre merecieron y necesitaron y que continuarán necesitando mientras esta pandemia se prolonga en el año escolar”.